Si el anlisis anterior es correcto, la afirmacin de la democracia como valor no parte exclusivamente de un nico mrito. Se trata de una pluralidad de virtudes que comprenden, en primer lugar, la importancia intrnseca que tienen la participacin y la libertad polticas para la vida humana; en segundo, la impor Una vez aclaradas estas ideas, podemos pasar al tema central del presente ensayo, que es la defensa de la democracia como valor universal. A menudo se arguye que no hay un consenso acerca de la importancia decisiva de la democracia, sobre todo en lo que respecta a otros logros deseables que requieren nuestra atencin y nuestra dedicacin.
Ciertamente no existe unanimidad sobre el tema, y hay quien considera esta disparidad de criterios como la prueba de que la democracia no constituye un valor universal. Est claro que debemos comenzar por enfrentarnos a un problema metodolgico: qu es un valor universal? Para que un valor sea considerado universal, debe haber un consenso al respecto? Pero si fuera necesario, no existiran valores universales. No s de ninguno, ni siquiera la maternidad y pienso en Mommie Dearest , al que no se le hayan presentado objeciones.
Creo, pues, que el consenso no es un requisito necesario para la universalidad de un valor, sino que sta depende de que haya razones para percibirlo como algo valioso en cualquier lugar. Cuando Mahatma Gandhi defenda el valor universal de la no violencia, no sostena que se actuara de acuerdo con este valor en el resto del mundo, sino que existan razones de peso para percibirlo como algo valioso.
Y de la misma forma, cuando Rabindranath Tagore defenda la libertad del pensamiento como valor universal, no quera decir que fuera algo ya aceptado por todos, sino que todos tenan sobradas razones para aceptarlo, razones que se dedic a explorar, presentar y difundir.
Visto as, cualquier afirmacin de la universalidad de un valor presupone cierto anlisis contrafactual, en concreto, la posibilidad de que la gente perciba cierto valor en dicha afirmacin que hasta entonces no haban considerado detenidamente. Todas las afirmaciones de la universalidad de un valor no slo de la democracia implican este presupuesto. Creo que ha sido esta suposicin implcita la que ha provocado el cambio de postura respecto de la democracia en el siglo XX. Al considerar la democracia como sistema poltico posible para un pas en el que no existe y en el que la mayora de la gente no ha tenido la oportunidad de considerarla algo facti En el siglo XIX nadie lo hubiera asumido, pero lo que actualmente se presupone con total naturalidad la que denomin posicin por defecto ha cambiado radicalmente en el siglo XX.
Adems, debe sealarse que dicho cambio se debe, en gran parte, a la observacin de la historia de este siglo. A medida que la democracia se ha extendido, han ido aumentando sus defensores y no sus detractores. Instaurada primero en Europa y en los Estados Unidos, la democracia como sistema ha alcanzado muchas cosas diferentes donde ha sido recibida con franca aceptacin y participacin.
Y cuando se ha atentado contra una democracia ya en marcha, se han producido protestas generalizadas pese a la represin brutal de las mismas.
Son muchos los que de buen grado estn dispuestos a arriesgar sus vidas por el restablecimiento del sistema democrtico. Algunos de los detractores de la democracia como valor universal basan sus argumentos no ya en la ausencia de unanimidad, sino en la existencia de diferencias regionales.
Estas supuestas diferencias a menudo tienen que ver con la pobreza de algunas naciones. Segn este argumento, al pobre lo que le interesa, con toda razn, es el pan y no la democracia. Tan manido argumento resulta falaz desde otros puntos de vista. Primero, como sealaba anteriormente, el papel protector de la democracia posee una importancia crucial para los pobres, pues evidentemente acta en defensa de las vctimas potenciales de la hambruna, as como de los desposedos expulsados de la escala econmica durante las crisis financieras.
Las personas necesitadas, desde el punto de vista econmico, requieren tambin de voz poltica. La democracia no es un lujo que pueda esperar hasta la llegada de la prosperidad generalizada. Segundo, pocas pruebas demuestran que los pobres, si pudiesen escoger, rechazaran la democracia.
Se podra recordar, por ejemplo, que cuando cierto gobierno indio de mediados de los setenta intent aplicar un argumento similar para justificar el supuesto estado de emergencia y la supresin de varios derechos civiles y polticos bsicos, el electorado indio uno de los ms pobres del mundo demostr el mismo entusiasmo para protestar contra la privacin econmica.
Siempre que se ha intentado probar que los pobres no estn interesados en los derechos civiles y polticos, la evidencia ha demostrado lo contrario. Y lo mismo puede decirse de las luchas por las libertades democrticas que tienen lugar en Corea del Sur, Tailandia, Bangladesh, Paquistn, Birmania, Indonesia y cualquier otro pas asitico.
Del mismo modo, en frica han surgido movimientos y protestas, siempre que las circunstancias lo han permitido, en contra de la negacin de la libertad poltica. Otro argumento a favor de una diferencia geogrfica supuestamente esencial no tiene que ver con circunstancias econmicas, sino culturales. Quiz el ms notable sea el relacionado con lo que se ha dado en llamar valores asiticos. Se ha argumentado que los asiticos, por tradicin, valoran ms la disciplina que la libertad poltica, y de ah que la actitud hacia la democracia tenga un carcter mucho ms escptico en estos pases.
En mi conferencia en memoria de Morgenthau en el Consejo Carnegie para los Asuntos ticos e Internacionales he tratado detalladamente esta tesis. Resulta muy difcil hallar un fundamento real para la misma en la historia de las culturas asiticas, sobre todo en lo que se refiere a la tradicin clsica de India, Oriente Medio, Irn y otras regiones del continente.
Por ejemplo, una de las primeras y ms enfticas declaraciones a favor de la tolerancia, el pluralismo y el deber del Estado de proteger a las minoras se encuentra en las inscripciones del emperador hind Ashoka del siglo III a. Asia abarca un rea muy extensa donde vive el 60 por ciento de la poblacin mundial, y no resulta fcil generalizar cuando se habla de un conjunto tan vasto de pueblos. Los defensores de los valores asiticos algunas veces tienden a percibir la regin de Asia oriental como la de aplicabilidad particular.
La tesis general sobre las diferencias entre Occidente y Asia suelen referirse al este de Tailandia, si bien otros argumentos ms ambiciosos consideran al resto de Asia como bastante similar.
Lee Kuan Yew, al que debemos agradecer haber sido un expositor tan claro y haber articulado tan bien los a menudo vagos argumentos en esta confusa literatura, seala la diferencia fundamental Pero incluso Asia oriental resulta notablemente diversa, y pueden encontrarse all mltiples variaciones no slo entre Japn, China, Corea y otros pases de la regin, sino dentro de cada pas.
Confucio es el autor ms citado cuando se hace referencia a la interpretacin de los valores asiticos, pero no es la nica influencia intelectual de estos pases en Japn, China y Corea, por ejemplo, existen tradiciones muy antiguas y generalizadas que han prevalecido durante ms de mil quinientos aos, y que comprenden, entre otras, la presencia cristiana. No puede hablarse, pues, de homogeneidad en la veneracin del orden por encima de la libertad en ninguna de estas culturas.
Ni siquiera el propio Confucio recomendaba la lealtad ciega al Estado. Cuando Zilu le pregunta cmo deba servir el prncipe, Confucio le responde en una declaracin sobre la que probablemente entre los censores de los regmenes autoritarios deberan reflexionar : Dile la verdad incluso si le ofende. Confucio no censura la prctica de la cautela y el tacto, pero no renuncia a la idea de oponerse a un mal gobierno diplomticamente si es necesario: Cuando prevalecen las buenas formas en un Estado, habla y acta con audacia.
Cuando el Estado pierde el camino, acta con audacia y habla con cautela. De hecho, Confucio seala con toda claridad que los dos pilares del imaginario edificio de valores asiticos, esto es, la lealtad a la familia y la obediencia al Estado, pueden entrar en serios conflictos uno con el otro. Muchos defensores del poder de los valores asiticos perciben la funcin del Estado como una extensin del papel de la familia, pero, tal y como dijo Confucio, pueden producirse tensiones entre ellos.
El gobernador de She le dijo a Confucio: En mi pueblo hay un hombre de probada integridad: cuando su padre rob una oveja, lo denunci. A lo que Confucio replic: En mi pueblo los hombres ntegros actan de otro modo: el padre encubre a su hijo y el hijo encubre a su padre, y hay integridad en lo que hacen. La interpretacin monoltica de los valores asiticos como elementos hostiles a la democracia y a los valores polticos no resiste el anlisis crtico.
Sin embargo, resulta interesante ver que mientras los cientficos podemos carecer de cierto sentido prctico respecto de la prctica poltica, los polticos que la ejercen pueden ser a su vez bastante poco prcticos respecto de la ciencia. Desde luego, es fcil encontrar escritos de tono autoritario dentro de las tradiciones asiticas.
Pero tampoco es difcil encontrarlos en los clsicos occidentales: basta detenerse en el pensamiento de Platn y de Santo Toms de Aquino para percibir que la devocin a la disciplina no constituye un gusto especialmente asitico.
Descartar la posibilidad de la democracia como valor universal debido a la existencia de ciertos escritos asiticos sobre la disciplina y el orden, sera lo mismo que negar la posibilidad de la democracia como la actual forma natural de gobierno en Europa y Estados Unidos sobre la base de las ideas de Platn y Aquino por no mencionar la abundante literatura medieval en defensa de la Inquisicin.
La experiencia de las batallas polticas contemporneas, sobre todo en Oriente Medio, ha provocado que el islamismo sea retratado con frecuencia como intolerante y hostil hacia la libertad individual.
Pero la existencia de la diversidad y la variedad dentro de una tradicin tambin es aplicable al islamismo. En India, Akbar y la mayora de los emperadores mogoles con la notable excepcin de Aurangzeb son buenos ejemplos de tolerancia religiosa y poltica tanto desde el punto de vista terico como del prctico.
Los emperadores turcos fueron a menudo ms tolerantes que sus contemporneos europeos, y lo mismo se puede decir de muchos gobernantes de El Cairo y Bagdad. De hecho, en el siglo XII el gran sabio judo Maimnides se vio obligado a escapar de la intolerante Europa donde haba nacido y de la persecucin de los judos all emprendida, para refugiarse en un Cairo urbano y tolerante bajo la proteccin del sultn Saladino.
La diversidad es una caracterstica propia de la mayora de las culturas, y la civilizacin occidental no es una excepcin. La prctica de la democracia que ha triunfado en el Occidente moderno es, en gran medida, el resultado de un Interpretar esto como un compromiso histrico de Occidente a lo largo de milenios con la democracia, y compararlo despus con tradiciones no occidentales enfocndolas como monolticas sera un gran error.
Esta tendencia a una simplificacin excesiva se percibe no slo en los discursos de ciertos portavoces gubernamentales asiticos, sino tambin en las teoras de algunos de los mejores cientficos occidentales. Al respecto, como ejemplo de las opiniones de un cientfico importante, cuya obra, por lo dems, es totalmente admirable, quisiera citar la tesis de Samuel Huntington sobre el enfrentamiento de las civilizaciones, en el cual las heterogeneidades dentro de cada cultura reciben un tratamiento bastante inadecuado.
La conclusin de este estudio es muy clara: en Occidente puede encontrarse un sentido del individualismo y una tradicin de derechos y libertades nico en la sociedad civilizada. Huntington seala, adems, que la caracterstica esencial de Occidente, la que lo distingue de otras civilizaciones, precede a la modernizacin de Occidente.
Desde su punto de vista, Occidente era Occidente mucho antes de que fuera moderno. Y tal es la tesis que considero insostenible tras someterla a un anlisis histrico. Por cada intento de los portavoces gubernamentales asiticos de oponer los supuestos valores asiticos a los supuestos valores occidentales existe, al parecer, un intento de los intelectuales de Occidente de establecer una comparacin similar desde el lado opuesto.
Pero aun cuando para cada argumento asitico exista una contrapartida occidental, los dos juntos no consiguen desvirtuar la defensa de la democracia como valor universal. He intentado abarcar una serie de asuntos relacionados con la tesis de que la democracia constituye un valor universal. Dicho valor incluye su importancia intrnseca para la vida humana, su papel instrumental como generadora de incentivos polticos y su funcin constructiva en la formacin de valores y en la comprensin de la fuerza y viabilidad de la afirmacin de necesidades, derechos y deberes.
Estas propiedades no tienen un carcter regional, como tam La heterogeneidad de valores parece caracterizar a casi todas, si no a todas, las culturas. Y el argumento cultural no determina ni constrie en exceso las decisiones que podamos tomar hoy en da. Tales decisiones deben tomarse aqu y ahora, teniendo en cuenta el papel funcional de la democracia, del que depende su causa en el mundo contemporneo. Y de hecho se trata de una causa fuerte en la que los factores regionales no son contingentes.
El poder de la democracia como valor universal reside, en ltima instancia, en esa fuerza. Ah debe situarse el debate, que no puede ser descartado por tabes culturales imaginarios ni por supuestas predisposiciones determinadas por los diferentes pasados histricos de las civilizaciones.
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Denunciar este documento. Marcar por contenido inapropiado. Descargar ahora. Guardar Guardar Amartya Sen. Amartya Sen. Carrusel anterior Carrusel siguiente. Para Que Sirve La Politica? Buscar dentro del documento. Me pareci que se trataba de una de esas preguntas raras que obligan a la reflexin, dado el gran nmero de sucesos importantes Discurso pronunciado en el Congreso por la Democracia celebrado en Nueva Delhi febrero de , tomado del Journal of Democracy, julio de , vol.
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El edicto en Erragudi establece el asunto de forma contundente Pero desde el periodo Han, los textos indios empezaron a traducirse al chino. Su bien es nuestro mal, y nuestro mal es su bien. A mediados del s. Fuimos tes- tigos de dos guerras mundiales. No obstante, entre la gran variedad de acontecimien- tos ocurridos durante el siglo XX, no encuentro dificultad alguna en elegir uno como fundamen- tal: el ascenso de la democracia.
La idea de democracia como valor universal es realmente nueva, y es en esencia un producto del siglo XX. Hemos conseguido, cuando menos, que el alcance del concepto de universalidad, como el de piedad, no sea selectivo.
Se presentan bajo formas diversas y vienen de distintas direcciones. Una crisis mal repartida. De hecho, podemos distinguir tres formas en que la democracia enriquece la vida de los ciuda- danos. Pero dada la falta de posibilidad, no podemos considerar la inmor- talidad como una necesidad.
Este tan citado argumento es falaz desde dos puntos de vista dife- rentes. La democracia no es un lu- jo que pueda esperar la llegada de la prosperidad general.
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